Invertir en turismo ya no es lo que era: Así piensan los capitales en 2025

En el turismo de 2025, los proyectos que realmente destacan no son necesariamente los más grandes, sino los que logran conectar de forma auténtica con su entorno. Para los inversionistas, eso significa mirar más allá de la rentabilidad inmediata y apostar por desarrollos que sumen valor a largo plazo: en lo económico, lo ambiental y lo experiencial. México, con su diversidad de paisajes y culturas, se ha convertido en el escenario perfecto para esta nueva visión.
De megaproyectos a desarrollos con sentido de lugar
Los grandes complejos que alguna vez dominaron la costa están dando paso a proyectos más orgánicos, que dialogan con el paisaje en lugar de imponerse sobre él. En su lugar, emergen proyectos con sentido de lugar, que respetan el contexto natural y construyen desde lo local.
Casos como Yuc’Atål operado por ATÅL Resorts & Spas o Banyan Tree Mayakoba lo confirman: baja densidad, materiales naturales, vegetación nativa y un diseño que privilegia la integración sobre el protagonismo. Estas decisiones, lejos de restar impacto, elevan la percepción de lujo y autenticidad, mientras reducen costos operativos y mejoran la sostenibilidad. Son desarrollos que no imponen, sino que pertenecen.
Tecnología: aliada discreta del confort
En paralelo, la tecnología actúa como aliada silenciosa. No se trata de exhibir lo digital, sino de usarlo inteligentemente para mejorar la experiencia del huésped: automatización de procesos, personalización de servicios, eficiencia energética.
Según Deloitte, un 68 % de las empresas del sector están invirtiendo en canales digitales de atención al cliente, y más de la mitad incorpora IA para anticiparse a sus preferencias. Este enfoque mejora la operación sin perder el toque humano que los viajeros valoran.
Bienestar real, no lujo acumulado
Las amenidades también están cambiando. Ya no se trata de acumular “lujos”, sino de ofrecer espacios que aporten bienestar real: gimnasios boutique, terrazas verdes, zonas de meditación, salas comunes flexibles y senderos ecológicos que invitan a explorar el entorno.
Estas áreas comunes fortalecen la vida comunitaria y extienden la experiencia más allá de la habitación. Para un viajero cada vez más consciente, estos detalles no son accesorios: son parte esencial del atractivo.
En suma, el nuevo turismo apuesta por proyectos que dialogan con su entorno, que entienden el lujo como experiencia cuidada y que gestionan sus recursos con visión. Los inversionistas lo saben: el retorno no solo viene de la ocupación o la tarifa, sino de construir algo que la gente quiera volver a habitar.
Hoy, los proyectos turísticos que destacan no solo se diseñan con intención, también se construyen con orden y una rigurosa planeación.
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